20110801




La noche era fría y el aire ligero nos cortaba la cara. Cientos de diminutas navajitas nos perforaban los pulmones cada vez que inhalábamos. El suelo estaba mojado y a nuestro paso el mundo se reflejaba en los charcos.

Me dijo que quería escuchar un disco conmigo, así que conectamos nuestros audífonos al mismo reproductor y comenzamos a caminar. Izquierda, derecha, adelante, sin rumbo fijo, tomados de la mano, sin pronunciar palabra.

Realmente no puedo decir si la gente nos miraba o no, todo dejó de existir tan pronto la música llegó a nuestros oídos, las personas eran de cartón, extras en el mejor de los casos, todo era tan solo la escenografía para nuestra propia película.

Dejé de pensar en lo que me agobiaba y me entregué por completo a las melodías, al aire helado, a su tacto, a su compañía, a ella. Me sumergí en el aroma a asfalto mojado; conversamos sin hablar, apretando las manos cada vez que la emoción nos invadía. Nos besamos bajo un farol, frente a un auto, contra la pared, tras una iglesia y en cada esquina. Hicimos nuestras todas las calles, absortos en nosotros.

Cada vez que pienso en aquel momento, puedo ver sus ojos, mirándome a través de su fleco, su sonrisa, pequeña pero honesta, como si cada gesto suyo me dijera "todo va a estar bien".

Canción tras canción, paso a paso, construimos una escena perfecta, del tipo de las que los adolescentes enamorados convierten en sus favoritas. De esas que se te incrustan en el cerebro, de las que te vuelan los sesos y te acompañan durante toda tu vida. En nuestros audífonos, canciones con letras que hablan sobre ser joven, tener sexo, embriagarse, ser irresponsable y la eterna dicotomía entre estar enamorado y perder la fe en el amor.

Aquella noche me di cuenta de que esa sensación de felicidad desmedida, inconmensurable, infinita, era algo que quería tener siempre conmigo. Aquella noche aprendí que, bajo las circunstancias correctas, cualquier disco tiene el potencial de convertirse en uno de tus favoritos. Aquella noche me di cuenta que los placeres sencillos de la vida son, de hecho, los más importantes, que al menos yo, ya encontré todo lo que necesito para ser feliz y que lo mejor aún está por venir. Tengo esa corazonada.

- If at some point we all succumb, for goodness sake, let us be young, because time gets harder to outrun and I'm nobody, I'm not done.

The Vaccines - Wetsuit

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