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Digamos que despiertas desorientado. Mueves la mano por instinto y las sábanas frías te dicen que estás solo. Un análisis rápido te dice que bien cabría alguien más.
Poco a poco adquieres consciencia de lo que ocurre, tus sentidos despiertan paulatinamente. No escuchas sonido alguno. No hay aves, ni autos ni gente. Nada. Solo escuchas tu respiración y el bombeo de la sangre en tu cuerpo. Una sobrecogedora soledad se apodera de ti; consternado, preso de la angustia, te apresuras a salir. El recorrido te parece eterno. La escalera es un esófago oscuro que te traga en espiral. Cada escalón es un barranco.
Las hipótesis más disparatadas son las primeras en tu cabeza. Claro, en el fondo siempre fuiste un paranoico. Piensas en lo que has hecho mal, en lo que has hecho bien, en los asuntos pendientes, en lo que fuiste y en lo que no serás.
Cuando abres la puerta del edificio la luz del exterior lastima tus ojos y tardas unos segundos en acostumbrarte. El ambiente afuera es extraño, no eras tú ni era la casa, un aire enrarecido y espeso inunda la atmósfera.
Ante tus ojos, algo indescriptible, la escena más perturbadora que jamás hayas visto. La gente esta ahí, sin moverse, formando un grotesco equilibrio silencioso. En sus rostros una expresión terrible, mezcla de pánico y fascinación. Pareciera que llevan siglos en la misma posición, acumulando años. No sabes como reaccionar, quieres salir huyendo, pero tus piernas no responden.
Y entonces lo ves. Volteas hacia arriba y contemplas el gigantesco hoyo que se ha formado en el cielo. Las nubes se retuercen a su alrededor. Contra todo pronóstico, no sientes miedo y tus preocupaciones resultan insignificantes ahora. Formas parte del inusual escenario.
No sabes cuánto llevas ahí. No estás seguro de cuánto tiempo pasó antes de que el agujero empezara a succionar todo. En algún momento, incluso descubriste la belleza en aquel fatídico espectáculo y te alegraste de que todo terminara. Sucumbes ante lo inevitable y te dejas llevar.
Digamos que así es como acaba el mundo y lo único que tienes bien claro y lo único que te importa es que ella no está ahí para tomarle la mano.
(La banda sonora ideal para este fin del mundo es de Godspeed You! Black Emperor, mi banda favorita de Post Rock)
Godspeed! You Black Emperor - 09-15-00 (part two)
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