

Ah, ¡los 90s! Esa bonita época que me vio crecer (igual que a muchos de ustedes). Muchachitas en la tele, El Calabozo en el cable, Vanilla Ice en la radio y hartas papitas para coleccionar los tazos, definieron practicamente esos 10 años de mi vida. Por suerte y gracias a primos en L.A. me llegaba también una embarrada de la cultura pop de allá.
Empecé a escuchar hip hop de la costa oeste y eso me llevó a descubrir todo un mundo que estaba escondido, por lo menos para mi humilde existencia.
En los noventas, este género se definió por una constante lucha (lírica y física) entre los representantes del oeste contra la costa este. De aquí se desprenden las dos disqueras más importantes de la época: Death Row y Bad Boy. Cada una con sus figuras icónicas como Tupac, Dre, Puff Daddy y Notorious B.I.G.
Aparte de estas estrellas, existía más banda haciendo ruido que no recibía el mismo spotlight pero que tenían un chorro de calidad. Un gran ejemplo de esto era Mase.
Originario de Florida y apadrinado por el ahora llamado P. Diddy, rapeó en varias de las canciones más famosas de la época como Mo Money Mo Problems, de B.I.G. Después de varias colaboraciones, soltó su primer LP titulado Harlem World, con el cual logró consolidarse como un estandarte de la costa.
De ahí, su historia es rara. Decidió retirarse de la música porque Dios le habló. Se volvió pastor de una iglesia local para, tiempo después, regresar con un nuevo disco. Volvió a desaparecer y regresó de nuevo diciendo que la muerte de Michael Jackson despertó su flama interna para volver a rapear. Weirdo.
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